martes, 10 de mayo de 2011

El porqué del Voto Viciado

Después de la pasada primera vuelta electoral del pasado 10 de abril, el Perú quedó casi dividido en dos grandes grupos ampliamente conocidos:
Uno, referido al  voto disperso expresado en tres candidatos (PPK, Toledo y Castañeda), que sumó un 44% del electorado y cuyas ansias de poder les cegó totalmente del verdadero sentir del pueblo peruano.
Y los otros, representado por dos candidatos (Humala y Fujimori) que aunque tienen planteamientos divergentes en su superficie mantienen unos estilos (quizás hasta principios) subyacentes muy similares.
Podríamos decir que, por definirlos de alguna manera, los “Demócratas Liberales” (DL), lograron egoístamente dispersar la voluntad mayoritaria peruana, confundiéndonos con sus mensajes de marketing, sin plantearse como una seria alternativa de consolidación, modernización y amplia participación de nuestro re-incipiente sistema democrático; olvidándose dicho trío (asumamos que involuntariamente), que la democracia no sólo significa un voto quinquenal y punto, sino un sistema que tiene que implementarse y ampliarse a todo el aparato estatal, y más aún, de participación activa y permanente desde nuestras organizaciones locales y regionales hasta la máxima Dirección del Estado.
 Tirar de la cuerda hasta que se rompa que para cuando esto suceda ya no estaremos en el poder…”, parecían pensar frívolamente el trío DL.
Por otro lado, la posición Fujimorista podríamos decir que, por la experiencia vivida de su anterior decenio, también se nutre de alguna manera de este planteamiento, pero circunscribiéndose principalmente a un esquema de Libre Mercado y con una proactiva movilización asistencialista del estado (he aquí la diferencia fundamental), usándola como mecanismo de ilusión pasajera de las clases siempre desprotegidas y que identifican al Estado con un@s señor@s que diariamente salen en medios de comunicación a discutir temas que no implican su actividad diaria, llamados a ser partícipes activos sólo cuando las encuestas de simpatía hacia estos dirigentes desciende. Para ello no dudan en tomar medidas populistas y asistenciales cortoplacistas, para volverlos a acercar hacia su redil e incluso, si el tema se vuelve complicado, no dudan en cambiar leyes en favor de sus aparatos de poder, creando monstruos imaginarios para solventar su aprobación (desarticulación de partidos políticos, reestructuración del Poder Judicial, limitaciones en la libertad de expresión…).
Fuera de lo coincidente, en materia del marco macroeconómico entre el grupo DL  y el fujimorismo; éste último luce vivo en su ADN institucional, un concepto especial de entender la función del Estado en la sociedad, queriendo convertir a toda ella en su hacienda privada, y fomentando su perpetuidad en el poder, desfigurando las instituciones del Estado en su beneficio, tal como lo vivimos y sufrimos en la década de los 90’s, aunque ahora “dicen”, haberlo superado.
Sin embargo, el Sr. Humala logra conectar todo este sentimiento de frustración mayoritario peruano; aunque si lo evaluamos por su producción y gestión parlamentaria de los últimos cinco años, deja mucho que desear, así como su falta de franqueza y pro-actividad, en definir su claro perfil político, esperando a estos 12 últimos meses de campaña electoral para emitirnos un planteamiento de base: “ahora que vamos tan bien económicamente, ¿porqué no llega algo, de este chorro de dinero al desarrollo e inclusión a nuestro compatriotas satélites?”.
Hasta aquí parecería evidente que el Sr. Humala debería ser el candidato natural que el Perú necesita para sus próximos cinco años; el problema en sí no es éste. El problema radica en que hasta la fecha nadie sabe (excepto sus colaboradores más cercanos), el camino que este señor quiera tomar a partir del 28 de julio; porque todos sabemos que una cosa es decir y otra hacer.
 El tema es que el señor Humala es verdaderamente una “caja de pandora”, nadie (incluso el entusiasta Sr. MVLL, por muy premio Nobel que sea) podría poner la mano en el fuego y afirmar que tras esa imagen encorsetada, aprendida en sus años de cuartel, se esconda un remedo de un Hugo Chávez, Evo Morales o Rafael Correa; todos sabemos también que en sus filas del etno-cacerismo conviven, en profundo silencio, el más graneado movimiento de termocéfalos de una izquierda que además de radical, es rancia, torpe, resentida, inútil y nada pragmática, con los tiempos que corren y entorno en que vivimos.
El Sr. Humala se ha empeñado en que creamos que él representa un movimiento de izquierda moderna, como la liderada por el ex Presidente Lula Da Silva, que en su afán de borrar su pasado radical, a llegando a autodenominarse Social Demócrata (quizás porque contrató el servicio de marketing brasileño), sin embargo, sus gestos y actos nos rezuman un tufo mas bien autoritarios en la línea del dictador Chávez.
Ahora estamos ante un escenario muy delicado, en el sentido que nuevamente estamos llamados a elegir entre un par de caudillos, que no representan un aparato político o corriente social organizada, mas sí una sensación social.
Hemos de reconocer que las elecciones y voluntades populares democráticas, en cualquier sociedad del mundo, son decisiones mayoritariamente viscerales y poco racionales; y aunque las encuestas siempre perfilan mejor al candidato, en nuestro caso peruano, casi los rehace de pies a cabeza, para que una vez en el poder, se desmelenen furibundamente, provocando nuestra permanente frustración, vergüenza ajena y lo que es peor, una mayor polarización social.
Nos dicen que tenemos que elegir entre dos opciones, que aunque han obtenido el respaldo legal de las urnas y se han ceñido a lo que marcan las leyes, mayoritariamente sabemos, que tenemos dos opciones muy complicadas para un 44% de la población, es decir: la mayoría;  esto es, optar por alguna opción no deseada.
Claro, ante esto, nos preguntaríamos, “entonces, hasta que llegue el candidato adecuado ¿Qué hacemos?”.
La respuesta es sencilla pero compleja en su ejecución o quizás, más que compleja, diría valiente e ilusionante, casi un sueño posible; pero aunque parezca complicado, ¿por qué no soñar con lo mejor para nuestra sociedad, para nuestros hijos y familiares, en fin, para dejar una huella clara en nuestra historia social?, si al final es cuestión de animar a todos los que tenemos serias  dudas de ambos candidatos; ¿a optar por la tercera vía?
Voto Viciado, esto es anular ambas opciones, provocar hasta el último minuto, que lo que deseamos es un verdadero debate de principios básicos sobre los que todos los candidatos estén mínimamente de acuerdo; comprometiéndose mediante documento público y firmado (una especie del antiguo Pacto de la Moncloa de 1977 en España) a cumplir puntos tan elementales como:
·         Respetar el sistema establecido, en lo referido a la actual Constitución y sus Códigos.
·         Promover y modernizar el sistema democrático en todos sus niveles; redactar una moderna ley de partidos democráticos, que estén obligados a tener una participación activa, permanente y abierta en la sociedad; y con cuentas públicas y transparentes de financiación.
·         Exponer en las páginas Oficiales del Estado, utilizando canales vivos, como internet; los presupuestos, coste y evolución de las obras acometidas por todos los gobiernos locales, regionales y nacionales; así como un plan urgente de modernización y popularización de las TIC (tecnológica de la información y comunicación).
·         Legislar sobre una alta profesionalización técnica, de las estructuras superiores ministeriales, para que sean un verdadero y serio soporte despolitizado de la gestión política y económica para un Estado Moderno.
Votar Viciado no significa estar contra todo y contra todos, esta vez es hacernos escuchar; por suerte tenemos una pequeña ventana legal, por donde podemos expresar nuestra preocupación y nuestra honesta inquietud; todos los políticos saben exactamente lo que significaría un alto porcentaje de votos viciados, no sólo podríamos anular estas elecciones (se podría dar el caso), pero sobre todo que se sepa que puede existir no menos de un 30% de la población, que no se sientan representados, no sólo por el que salga elegido, sino por todo el establishment circunstancial, que ocuparían los puestos de responsabilidad alrededor de estos candidatos que pueden ser, si no lo son ya, unos simples mascarones de proa.
Un alto porcentaje de Votos Viciados, para cualquier político, es peor que cualquier revuelta callejera, huelga nacional o descenso en las encuestas; es saberse que es un líder dudoso, con poca representatividad y que si no busca, provoca o anima a un amplio y serio consenso nacional, su futuro y lo peor de todo, el futuro de nuestro país, por lo tanto será llegar, más pronto que tarde, a una eclosión social sino es a una guerra civil; razones y caldo de cultivo, existen.
Ante ello, solo pueden estar satisfechos los militantes (que aún existen y muchos) de movimientos radicales, porque verán en estos acontecimiento catastróficos el encendido de la mecha, de los principios marxistas y de un supuesto “nuevo amanecer” de seres desgarrados y mutilados, por el odio y la violencia.

2 comentarios:

  1. Enrique, en primer lugar felicitarlo por la forma sencilla y clara en que enfoca la situacion politica en que nos encontramos y que el 5 de junio tenemos que definir con nuestro voto.
    Comparto con usted, toda sus opiniiones y creo que el VOTO VICIADO es el camino que debemos seguir para dejar sentado nuestra protesta y quien salga elegido sepa que no representa a la gran mayoria.
    Me parece, que es el momento en que debemos exigir a los candidatos si desea que vote por alguno de ellos, que se comprometan a cumplir y respetar el orden democrático actual, y ello mediante la firma de documento en forma pública que puede ser como el que ud. menciona; de ser incumplida el pueblo demandara la revocatoria del mandato.

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  2. Peter; muchas gracias por sus palabras de aliento, ojalá pudiéramos animar y convencer a una gran mayoría de peruanos, que no tenemos que aceptar todo lo que nos ponen sobre la mesa, porque los dueños de esta gran casa llamada Perú y los que la mantenemos con nuestro trabajo honrado, somos los que decidiremos el 5 de junio y los elegidos se deben exclusivamente a nosotros.

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