miércoles, 8 de junio de 2011

Después del 5 de junio de 2011

Después de una insana campaña electoral, sobre todo en su segunda vuelta el pasado domingo 5 de junio, donde midieron sus niveles de rechazo social los dos candidatos que mayor irritación producían en la sociedad, los peruanos expresaron una clara voluntad.
El resultado de la consulta generó un profundo silencio (a excepción de los primeros e incondicionales simpatizantes de Humala) como si hubiéramos despertado de una orgiástica noche de terror.
El por qué de que estos dos candidatos, tan extraños para cualquier otra sociedad, fueran los que elegimos para nuestra futura gestión deberá ser analizado por cualificados psico-sociólogos.
A priori podríamos colegir que nuestra sociedad, en sus casi 200 años de independencia, aún no ha logrado aceptar y digerir nuestras diferencias socio-culturales, impidiendo la integración en la economía moderna de todos los estratos sociales del Perú, quizás, esto sea el fruto de un mal entendimiento de las siguientes correlaciones:
·         Desarrollo económico vs exclusión socio económica.
·         Espíritu de superación vs solidaridad social.
·         Apoyo social vs dependencia social.
·         Democracia vs tourné electoral quinquenal.
Desde esta tribuna, se propuso animar a todos los que no habíamos votado por ninguno de los dos candidatos a apostar por una opción de rechazo. Pero, más pudieron los ruidos del terror, la desmoralización y el ensordecimiento del electorado, lo que licuó el 44% que no habían votado por ninguno de ellos a que decidieran su voto en contra de uno de ellos.
Hemos comprobado que, a pesar de ser ésta una de las elecciones que más rechazo ha causado en la sociedad, tan sólo se ha traducido en un 5% de rechazo (800.000 votos); y lo más sorprendente, que este rechazo haya sido incluso 2 puntos inferior al obtenido en las elecciones de 2006.
A partir del 28 de julio, por voluntad popular y mayoritaria, el Sr. Humala será nuestro Presidente. Las expectativas puestas en él son enormes, pues se enfrenta tanto a su electorado, que le votara con la ilusión de una radical reivindicación social y económica que nuestro país arrastra en siglos, como a la desconfianza de los que estuvieron frontalmente en su contra desde un inicio.
Sólo los próximos 12 meses nos darán una somera idea de cuáles serán las líneas maestras por la que, el Sr. Humala, desarrollará su gobierno, con la esperanza de que éstas sean permanentes, duraderas y beneficiosas para el Perú en los próximos cinco años.
Todos sabemos la importancia de la inversión extrajera, la cual necesita reglas claras y permanentes; pero a la misma vez, sabemos que la deuda del Estado con nuestra sociedad es enorme, partiendo desde las nuevas y urgentes infraestructuras, pasando por una moderna educación, sanidad, y llegando hasta las candentes políticas de inclusión social.
Su trabajo es sinceramente titánico y hoy todos los peruanos debemos ser conscientes del apoyo que nuestro nuevo gobierno necesita, puesto que su descalabro fracturaría irremediablemente al Perú.
Y aunque hayamos tenido la suerte de haber elegido un gran gestor de las cuentas públicas y un sincero integrador social, nada de esto tendrá un largo recorrido si no logramos revisar seriamente nuestro sistema electoral y de partidos políticos, haciéndolo más moderno y efectivo que el que tenemos.
Para ello, no necesitamos reinventar la rueda, sabemos que existen sociedades que han logrado perfeccionar sus sistemas de participación, permitiéndoles expresarse fluidamente a través de sus sistemas democráticos, lo que se reflejan en todas sus organizaciones públicas.
Hacia enero de 2011, la Universidad de Zürich y la Social Science Research Center Berlin (WZB) publicó un barómetro de sensibilidad democrática (http://www.presseportal.ch/de/pm/100020780/?langid=2) para lo cual han usado como muestra las treinta mejores democracias en el mundo, siendo las siete mejor valoradas: Dinamarca, Finlandia, Bélgica, Islandia, Suecia, Noruega y Canadá; a la fecha está en elaboración un nuevo estudio que incluirá el efecto de la crisis financiera mundial y la capacidad de respuesta de estos sistemas, esperaremos a ver su resultado.
En definitiva, que nosotros como peruanos, sin tratar de parecernos a los países nórdicos por su evolución cultural y su alto nivel educativo, debemos animar a nuestros legisladores, universidades nacionales de prestigio y centros de investigación sociológicos, a invertir su tiempo en realizar un serio estudio conjunto y concluyente que plantee las bases de un nuevo sistema de participación social que provoque que nuestra incipiente democracia se consolide como un sistema serio, fuerte, efectivo y duradero de participación y que evite tener que reinventarse cada cinco años con el consecuente descrédito del propio sistema.
La democracia es desarrollo, pero debemos perfeccionarla y hacerla pan nuestro de cada día.  Debe ser un sistema sensible a las verdaderas preocupaciones ciudadanas y no ser estelas toxicas de mesianismos quinquenales, en caso contrario será presa fácil de nuevas dictaduras.
Esta página ha llegado a su fin, con la esperanza que nunca más sea necesaria su reedición; sino que por el contrario, esperamos que sea eclipsada en el tiempo por niveles superiores de preocupación ciudadana.

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